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PURITANISMOS INÚTILES

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Hay temas que molestan mucho a una cierta progresía autoritaria con tendencias puritanas selectivas y que, por tanto, o no se discuten o se discuten mal porque se parte de bases viciadas. En estos momentos son especialmente dos: la prostitución y la gestación subrogada. Las dos tienen una fuerte carga emocional y las dos afectan a un cierto tipo de feminismo que prefiere la utopía a la realidad.

El que se haya formado un sindicato de trabajadoras y trabajadores del sexo en Barcelona, que haya sido aprobado por la administración y que esto haya hecho sonar las alarmas de la misma administración y de la ministra del ramo, cuando se dieron cuenta de lo que habían aprobado, ha traído a primer plano una discusión que generalmente se rehuye y ha dejado claras las posiciones de unos y de otros.

Se trata esencialmente de proteger a una profesión generalmente desprotegida y abandonada a su suerte en el limbo administrativo de algo que no está ni prohibido ni legalizado, pero eso ha despertado la furia de una especie de feministas que sólo ven la prostitución como explotación (e insulto) y que piden su completa erradicación.

Vayan por delante dos postulados: la prostitución se presta a la explotación y trata de mujeres, de eso no hay duda… Pero, la prostitución es imposible de erradicar, de eso tampoco hay duda. Una prohibición absoluta con persecución de profesionales, clientes e intermediarios tendría como resultado el mismo juego del raton y el gato que sigue pasando con las drogas ilegales, que se consumen a toneladas, llenan las cárceles de los desgraciados que tratan con ellas en el último escalón y suponen un pingüe negocio para mafias diversas y corruptos varios.

Los amigos de la prohibición o prohibiciones nunca aprenden la lección de la Ley Seca de los Estados Unidos, que duró de 1920 a 1933. y causó uno de los más grandes florecimientos del crimen organizado de la historia, sin resolver el problema del alcoholismo que había sido su pretexto. Los prohibicionistas prefieren ignorar siempre una realidad aplastante: si hay demanda habrá oferta.

Los prohibicionistas aducen que la regulación, allí donde se ha hecho, no acaba con la explotación, y seguramente tienen razón, pero si la regulación sirve para disminuirla y permite a muchas mujeres y algunos hombres ganarse la vida y tener una cierta seguridad es sin duda mejor que la prohibición.

Muchas personas no son conscientes que en estos temas, en los que se mezclan problemas morales, emocionales y sociales, hay más visceralismo y menos racionalidad de lo que parece. Algunos y algunas aplican un puritanismo selectivo a lo que les parece una humillación sin límites de los que prestan el servicio y un delito de los seres  que ellos y ellas consideran repugnantes que lo demandan, con lo que hacen lo que todos los puritanos, despreciar en el fondo a Tirios y Troyanos y sentirse superiores por estar radicalmente en contra de algo a lo que tildan de mal absoluto.

Que la regulación de algo como la prostitución es complicada no me cabe duda, como tampoco de que será siempre imperfecta, pero si es tan imposible de erradicar como el gusto por el alcohol, haremos bien en tratar el asunto sin prejuicios y con la idea clara de que si ayudamos al 50%, ya estaremos haciendo algo mejor que crear una nueva Ley Seca del sexo, que sin duda fracasará como todas las que han sido y serán.

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