http://www.edadsinlimites.es/sitemap.xml.gz

 A VUELTAS CON EL ORGULLO

002-la-pride-miguel-angel-reyes-2018

Todos los años al llegar estas fechas se levantan los mismos fantasmas, en una celebración que se ha hecho tan grande que da lugar a facciones y divisiones, lo que no es indicio de debilidad sino de la importancia alcanzada.

Recuerdo haber desfilado hace cuarenta años en la primera manifestación en Madrid en pro de los derechos LGTB+ por la Avenida de Menéndez Pelayo, un lugar decidido entonces por las autoridades que ni se imaginaban que pudiera pasar por algún sitio más céntrico. Éramos muchos para la época, pero teníamos miedo, tanto de posibles ataques de la ultraderecha, como de ser fotografiados y demasiado visibles cuando aún podíamos recibir represalias en nuestros trabajos.

También, aunque a muchos les cueste reconocerlo, los partidos políticos de entonces no lo tenían tan claro. Por supuesto que AP, madre del PP, lo tenía clarísimo en contra, pero en la izquierda del PCE o del PSP o del PSOE tampoco había unanimidad a favor; Tierno Galván, por ejemplo, era bien homófobo, y los derechos LGTB+ no despertaban excesiva simpatía en una izquierda aún impregnada de la idea de que se podía hasta tratar de un “vicio burgués”, porque, por supuesto, en una sociedad justa y perfecta no debería haber “desvíos”. Pasarían todavía algunos años hasta que se estableciera un mayor respeto y se difundieran ideas más ilustradas.

Cuarenta años más tarde vivimos realmente en otro mundo: la batalla cultural está ganada, aunque siga habiendo resistencias eclesiásticas y ultraconservadoras, pero biología, psicología y sociología han dejado claro que las minorías sexuales son un hecho, que lo han sido siempre y que no tienen nada que ver con vicios, maldades o conspiraciones. Las leyes han evolucionado para adaptarse a las diferencias y el armario es una elección, no una necesidad. La igualdad real es otra cosa, sin embargo, pero se van consiguiendo triunfos paso a paso y hay que ser optimista al respecto.

Que el orgullo se haya convertido en una celebración masiva, sin duda la más importante de todo el año en Madrid, por ejemplo, es otro indicio de la aceptación de la sociedad, de la laicización de la misma y de la  creatividad y simpatía de nuestro colectivo, pero parece ser que esto es algo que molesta a algunos, en ciertos casos porque se quieren celebrar orgullos pequeños en los barrios y en otros porque desde una óptica estrecha se ve como “comercial” o “típico de la clase alta y media”.

Sinceramente no comprendo que la comercialización sea un problema si ayuda a la normalización y aceptación generales, y aún comprendo menos que se hable de clases sociales cuando nadie es discriminado ni como participante ni como espectador. Me parece más bien que estamos ante la típica reacción anti, en este caso anti-sistema, porque desde ciertos puntos de vista tirando a los extremos, hay que ser anticapitalista, anti-establisment, y un poco anti todo, como si el éxito en sí mismo fuera sospechoso.

En un país libre pueden coexistir orgullos críticos, de barrio y masivos, afortunadamente, pero que nadie piense que existe una ortodoxia a imponer, que hay que acabar con la celebración fiestera e imponer una bien austera, seria y procesional, el orgullo es también alegría y fiesta y eso debe seguir siendo.

© Edad sin límites 2018